domingo, 19 de mayo de 2013

SOBRENATURAL

La mayoría cuenta que es normal verla por las noches, que camina delante de los hombres, que usa ropa muy ajustada, que el rojo es su color favorito. Los hombres la observan y sucumben ante ella, no cruzan palabras, nunca dicen nada, solamente la siguen, corren tras ella. Es natural, nunca hay que poner resistencia.

Una vez que se percata de tu presencia ella disminuye su velocidad, camina más lento, se acomoda el cabello castaño, de vez en cuando se pierde entre la oscuridad de las esquinas, pero adelante aparece, camina otra vez rápido, pasa debajo de los faros. La noche es muy avanzada.

El hombre que la sigue camina desorientado, no dirige sus pasos, no siente nada, no razona nada. Arrastra los pies en actitud de lucha, sabe que no debe seguirla, que algo no anda bien ni con ella ni con su vida. A pesar de ello continua, la sigue en medio de la calle, camina más a prisa para alcanzarla.

Ella continua su caminar seductor, se ajusta su vestido, pisa con fuerza. En el silencio de la noche resuena el eco de sus tacones contra el pavimento. Nuevamente camina lento, está a punto de llegar. Voltea a mirar de reojo a su acosador, hace más de tres calles ya ha sentido su presencia, ahora lo acecha, espera el momento oportuno.

La victima aparece de nuevo, su cuerpo está lleno de sudor tras caminar por largas horas. El tiempo lo ha vencido. Tal vez le hace falta ya un zapato, o su cuerpo presenta cortaduras sangrantes. Hay veces en que mojan sus pantalones. Comienza a sentir miedo, un frío se apodera de su cuerpo. Ahora observa a la mujer a escasos cinco metros. Lo está esperando. Cuentan que ella se acerca de forma sigilosa. Que echa al frente el busto, que seduce al hombre con una fantasmal sonrisa. Es ahí cuando él advierte el peligro, reconoce en ella el final de su vida. La observa temerosamente debajo de la débil lámpara. Viste de rojo, el color de la sangre.

Al día siguiente lo encontrarán muerto en la calle, con el cuerpo mutilado pero el rostro intacto. Su expresión será de agonía. El caso será consignado a las autoridades y le darán carpetazo. Nunca nadie sabrá quién lo mato a él y a tantos otros. Sólo dicen que viste de color rojo, así eran sus labios con los que besaba, rojos los zapatos con los que caminaba, rojo el vestido que se ajustaba y roja la navaja con la que asesinaba.

Daniel Osorio.

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