La primera vez que lo vi fué entre uno de los estantes de la biblioteca. Su aspecto mitológico y su forma graciosa me llamaron la atención de inmediato. Me acerqué a él y ví por vez primera las historias de sus ojos. Desde ese momento se convirtió en mi amigo. Cada vez que voy a la biblioteca me siento a su lado para entretenerme un rato, me vuelvo un personaje más de las narraciones de sus pupilas.
Él es tan grande que se tiene que sentar en el suelo porque no cabe en las sillas. Es tan inteligente que muchas veces me ayuda a hacer mi tarea, es tan imaginario que nadie lo ve excepto yo. Una vez le pregunté que de dónde sacaba las historias que yo hallaba en sus ojos y me contestó que de ésta misma biblioteca. Después me dijo “los libros no se leen, se comen”. Según su método las palabras son digeridas por el estómago y se integran en la sangre. Así uno puede tener verdadera pasión por el conocimiento, porque lo haces parte de ti.
Al término agregó: “pero debes tener cuidado con los libros que comes, porque así como hay comida saludable y chatarra, así también hay libros buenos y malos. Los buenos libros tienen sabores agradables. Las novelas saben a nuez, los de historia saben a manzana y los de etnografía casi siempre tienen sabores exóticos; en cambio los libros malos suelen tener sabores agrios y amargos.
¡Pero qué equivocado he estado en mi vida! Yo siempre he leído los libros y ahora me he enterado que debo de comerlos. Si él no me hubiera dicho este gran secreto hubiera gastado mis ojos inútilmente. Desde ahora sólo comeré los libros; haré licuados de novelas, empanadas de cuentos, panecillos de fábulas, tacos de noticias. He de fusionar mi pasión por el conocimiento con mi amor por la comida.
Desde que él me dió esta práctica de estudio he disfrutado más la escuela. Ahora sé por qué él sabía muchas historias. Sin embargo he sentido que la gente me mira mucho a los ojos cada que me ven. ¿Acaso también tendré historias en las pupilas? Ojalá que también posea ésta habilidad porque conozco muchas aventuras que deseo contarles.
Hoy me he levantado muy temprano para beber un libro nuevo en un rico licuado. ¡Pero aguarden! algo no está bien conmigo. Me ha crecido por todo el cuerpo una gran melena verde, mis piernas se han vuelto enormes y mi tamaño ha aumentado al doble. ¿Me estaré convirtiendo en un ser fantástico como mi amigo de la biblioteca? Espero que no sea así, porque si no me condenaré a vivir en la imaginación de un niño lector.
Daniel Osorio.
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