domingo, 26 de mayo de 2013

Fue un día del mes de junio

Fue un día del mes de junio, cuando Renata lo vio por primera vez. Ella acostumbraba desayunar todas las mañanas en el mismo lugar. Solía ser una persona muy solitaria, nadie quería hablarle. Pasaba cerca de las personas, siempre caminando de una manera misteriosa y con gran indiferencia hacia los demás, y hacia la vida misma. A veces las personas murmuraban de ella, por la forma tan particular de su ropa, hacia combinaciones extrañas con su vestuario.

Después de la clase de música, las cosas pintaban igual de ordinarias hasta ese momento .Ese día demoro un poco más de lo normal el autobús. El cansancio invadía lentamente su cuerpo, los automóviles con su ruido extremo agotaban su paciencia.

-Una tarde tranquila- dijo un sujeto con facha de vago y sonrisa brillante.

-Aquí, en el instituto, siempre es de la misma manera- respondió Renata con tono educado.

-Vine a refugiarme aquí un rato- anunció el joven.

-¡no me digas!-exclamó Renata, y se tapó la boca con la mano izquierda, en un gesto de asombro, que parecía, por un lado fingido, y que era, a pesar de todo verdadero.

- Es solo un rato.

-Hazlo por el momento que quieras- dijo Renata un tanto fastidiada de la presencia sospechosa de aquel tipo.

Retirando la mano de su bolsillo derecho, el joven comenzó a rascarse la cabeza de una manera tan insistente que parecía como si tuviera caspa.

-Usted es una persona muy soberbia y nada amigable- le dijo a Renata mirándola fijamente a los ojos.

-Pues mira: ¿Cómo quieres que sea?- pregunto en tono sarcástico.

-Quiero que seas una persona- replico el muchacho.

-Me parece que tienes razón- contesto Renata, pensativa, moviendo la cabeza.

La chica, entonces, dijo algo que al comienzo de esa charla improvisada había omitido. Era una tarde espesa, llena de ruidos, con un viento que lograba levantar el polvo de las banquetas, se aproximaba una tormenta fuerte.

El sujeto en esos momentos estaba obligado a desahogar su soledad. Intentaba encontrar a una persona que pudiera escucharlo sin interrupciones. Sin consejos, sin críticas.

Durante los primeros minutos las cosas se tornaban un poco tensas. Renata estaba molesta de que un tipo sin educación alguna le dijera lo que tenía que hacer. Estaba acostumbrada a que sus padres le dieran la razón de todo, a que los pocos amigos que conservaba gracias a su mal carácter no la contradijeran nunca, estaba acostumbrada a tantas cosas.

Mitzi castellanos

No hay comentarios:

Publicar un comentario