sábado, 18 de mayo de 2013

El ascético cruzado.

He pasado vidas enteras intentando pensar en algún cuento, fragmento o poema que escribirte y pensando en ello llegue a una conclusión, todo cuento tiene un poco de verdad. Así que esta vez sólo pasare a decirte parte de mi verdad como tributo. Había jurado no ser egoísta, sin embargo siento y creo que tal vez eso fue el inicio de esto. Hace no mucho tiempo, pude vislumbrar entre el resto a tu ser por primera vez. En ese entonces yo no era más que una carcasa de antiguos tiempos, sólo era el cascaron de lo que un día había sido. Un sin número de aliados había decidido marcharse por el frío hambriento que nublaba mis alrededores. No culpo a ninguno de ellos, pues incluso yo no podía moverme por la hipotermia en mi mente. Nadie sabía que existía una batalla dentro de mi cuerpo, una batalla en mi mente, la cual cada día se volvía más terrible y abrumadora para mi. Cuando arribe del inframundo era un gusano aferrándose a la vida, había ganado una guerra pero a un precio muy alto. Me encontraba en un estado deprimente. Algunos nobles entonces se ha aproximaron para darme la mano, con la mirada los separaba; pues ingenuos no podían ofrecer jamás el regalo de la salvación. Es ahí cuando apareciste en una lluvia de azufre. Yo con un cansancio y desgaste enorme, tu con una actitud sublime. Al principio quería engañar a mi mente de tu influencia sobre mi, no quería aceptar la verdad y solo inventaba excusas, pensaba en busca de estrategias para alejarme de ti.

Poco a poco y con el tiempo me ayudaste, no sé si haya sido conscientemente pero por ello te debo la vida.

Me tomaste de la mano y me levantaste para que pudiera seguir adelante, curaste mis heridas y me hiciste honrar mis cicatrices. No imagino que parte hayas conocido de mi, pero me has devuelto a mi felicidad interminable de antaño.

Te has convertido en una flama incesante, iluminas mi camino y con tu belleza has convertido en paraíso todo lo que observo y siento. Eres mi maestra, te respeto, admiro y te amo.

Si desde el lejano inicio no he concretado una relación cotidiana contigo es porque nunca sabré que hacer. Siento que nunca va a ser suficiente, no podré satisfacer a tan maravilloso, bello, incomparable, hermoso y sabio ser.

Es por ello que abandoné los votos sagradas del trono divino. No haré más que traer la destrucción como tú lo has hecho ya. Y sin embargo jamás podré recrear tu justicia.

Por este medio juro hacer todo lo posible para protegerte, respetarte, amarte, servirte. Te pido por favor que me recuerdes, en cuanto a mi. Pienso y pensare en ti cada día de mi vida.

¡Gracias! No existen palabras para expresar todo lo que siento por ti y sin duda jamás llegaran a existir.

Sabes que siempre estaré a tu estaré ahí presente como un fantasma en tus sueños

Firma tu gran sirviente.

Alohtder, el ascético y relampagueante portador de la destrucción.

En ese día memorable con la tranquila caída de la lluvia aquel antiguo templario abandono al paraíso completamente consciente de su traición a los votos hacia su dios, convirtiéndose en un gran general del demonio. Demonio que porta una belleza indescriptible.

En sus pertenencias hay escritos que he encontrado, historias de todo tipo, mitos, leyendas, sucesos pasados, presentes y futuros en esta y en otras realidades. Compartir el conocimiento plasmado en las antiguas escrituras será fundamental para entender nuestro presente.

Alan Daniel Cabrera

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