Hace algún tiempo cuando la tierra humana corría por el año de 1960. Existió un hombre que a simple vista era como todos los demás. Ya que él, pues iba al trabajo todos los días, trabajaba para mantenerse y poder seguir en el juego de la vida según él.
Este hombre se llamaba Guillermo, pero durante toda su vida sus conocidos le llamaban "Willy". Guillermo era un hombre que siempre parecía estar enojado, todos los amaneceres que se despertaba empezaba a seguir con su rutina. Desayunaba un poco de cereal, tomaba un poco de jugo y se disponía a ir al trabajo.
El trabajaba en una tienda de abarrotes que despreciaba pero que sin embargo todos los días podía ser encontrado en el mostrador. Repitiendo la misma frase cuando entraba un posible cliente. ¿Ha encontrado lo que busca? A leguas se distinguía la hipocresía en su sonrisa.
Willy no siempre fue un hombre disgustado con la vida y es por eso que viajaremos a su pasado. Guillermo nació en un pequeño pueblo un poco alejado de la ciudad, él iba a la escuela con gran alegría, cumplía con sus deberes y demás quehaceres en su vida infantil, cuando creció mas y más seguía siendo aquel niño alegre.
Al entrar a la universidad Willy tenía muchos sueños en su mente, quería montar una gran empresa. Durante sus estudios encontró a nuevos amigos, olvidé mencionar que Guillermo había dejado todo lo que él conocía persiguiendo sus sueños: amigos, familia, conocidos en general.
Antes de marcharse a las afueras del pueblo encontró una mujer que alegre entraba al pueblo mientras el salía, pasmado de su belleza el se acercó y le preguntó. ¿Qué hace una mujer hermosa llegando a un pueblo sumido en la miseria? Ella con una sonrisa le respondió que venía de regreso de un viaje de estudios, le dijo que venía a ayudar al pueblo que la vio nacer.
Willy desconcertado y arrogante mencionó "Pues te deseo buena suerte" no sin antes empezar a carcajearse. La mujer sólo se quedó viéndolo y siguió su camino con cara de preocupación.
Al llegar a la ciudad se instaló en una pequeña choza que rentaba al lado de la universidad, su vida siguió corriendo de forma normal, encontró nuevos amigos.
¡Oh si estaba por ahí!
Olvidando a sus viejos amigos Willy continuo estudiando arduamente, cada día estudiaba al menos 5 horas y
siempre pensaba sobre su futuro y su empresa, uno de sus nuevos amigos le conto que él tenía el mismo sueño y que juntos podrían crearla. Después de un discurso largo, su compañero le dijo "la unión hace la fuerza".
Fue así como juntos Guillermo y…
¡Oh disculpa otra vez olvide decir su nombre! El…
El se llamaba Armando, un hombre de andar tranquilo, que sin duda hablaba mucho.
¿Que decía?... Nadie lo sabe ahora.
Así paso un año en la universidad, juntos se apoyaban en los estudios y ahora tenían un nuevo plan para su empresa, todo estaba planeado; dentro de unos meses terminarían sus estudios y se decían preparados para el futuro. Al salir Willy había juntado mucho dinero que estaba ahorrando trabajando de todo, sólo en pro de su sueño.
Armando y Willy se convirtieron en socios y fundaron su negocio. Una pequeña tienda de abarrotes.
-Así empieza nuestro imperio. Le dijo armando a Willy.
Pasaron los años y empezaron a acumular riquezas, Armando decidió que era momento de expandir el negocio, adquirió otros establecimientos y repitió el proceso en muchas ocasiones. Willy mientras tanto sólo se encargaba de atender a los clientes.
Juntos poseían un poderío empresarial ahora. Willy estaba viviendo su sueño en la realidad, pero un día sonó el teléfono. Se citó con Armando en uno de sus negocios, el primero para ser exactos, el mismo en que Willy trabajaba y atendía a los clientes.
Armando le dijo entonces:
-No estás preparado para la dirección de la empresa, sólo pasas el tiempo aquí mientras yo la he dirigido con esfuerzo y sudor.
Su amigo, su amigo lo estaba desechando; lo había desechado. Obtuvo el favor de la justicia y Willy ya no era parte de la empresa.
No podía creerlo, después de tanto tiempo de amistad, tanto trabajo juntos, el había sido desterrado, fue desechado cual flor cae de un árbol. El desdichado regresó a la antigua choza ahora convertida en una casa de lujo sin dueño.
Calló en una enorme depresión y no pudo soportar la carga, entonces decidió ir a ver a Armando y rogarle para que todo fuera como antes. Armando al verlo con lastima le dio la oportunidad de trabajar. Willy sin trabajo y sin posesiones ahora pensó enojado aceptar.
Así es como aquel hombre que siempre te dice "¿Ha encontrado lo que busca?" llegó a ese lugar.
Hoy es un día especial para Willy, él ha decidido acabar con su miseria de una forma rápida y simple, hoy no fue a trabajar y está caminando al puente "Gaudere". Pide una nueva oportunidad o de otra forma terminará con su vida y espera empezar en algún otro lugar.
-De otra manera y en otro lugar; quiero empezar de nuevo ya que lo que tengo no es nada y siempre ha sido así. Son las palabras que gritó, después saltó y cerró los ojos.
Pudo abrirlos de nuevo. Estaba a salvo en el puente y la mujer que antaño había encontrado en la salida de su pueblo se encontraba a su lado. Entonces sin poder entender la situación se quedó sin habla, ella decidió hablar ya que hasta ese momento permanecía en silencio. Sonrió y dijo:
-Lo que pides es algo fácil de obtener, sin embargo no puedo otorgártelo inmediatamente. Por ahora sólo te contaré un secreto, ¿recuerdas cuando estabas saliendo de tu pueblo natal? Ese día renunciaste a mí por sueños de grandeza egoístas. ¿Quieres un nuevo inicio dices? Yo te lo daré pero las consecuencias son enormes, perderás la memoria de esta vida.
-¡Pero antes dime! ¡Dime quien eres! Gritó Willy.
La mujer volvió a sonreír y dijo:
-Me llamo Alegría.
Estoy muriendo. Si caí al rio, me ahogo. Ahora sólo tengo unos minutos de conciencia.
Así es yo soy Willy, estoy olvidando todo lo que viví y me arrepiento de lo que pedí.
Cabrera Molina Alan Daniel.
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