Durante las noches estaba prohibido salir de las casas debido a los depredadores que acechaban a los "primitivos" ancestros. Sin embargo todas las noches Esterina hacia caso omiso de las advertencias de la tribu y salía a observar el cielo en un valle, sobre una enorme roca. Una gran piedra que trepaba todas las noches para observar de mejor manera las estrellas.
Se había convertido en una costumbre y las amenazas se habían convertido en sólo un mito. Pero una noche cambiaría su hábito entero. Repitiendo su tradición era acechada por un felino de las colinas que había observado tiempo atrás su comportamiento errante. Esa noche había esperado en la maleza para poder coger a su presa, Esterina sin cuidado alguno se acercó a la roca que trepaba por las noches cayendo directamente a la emboscada donde esperaba su depredador.
El poderoso felino dio un salto intimidante hacia ella demostrando su ímpetu y dominio. Esterina asustada y llena de adrenalina quedo paralizada y en consecuencia sus movimientos torpes no le permitieron subir a la cima, quedando acorralada por el feroz animal.
Sin esperanza alguna ella empezó a llorar sin parar sólo aguardando su triste final. No obstante del cielo cayo una luz cegadora que acompañada con un estruendo provoco que el gran cazador huyera despavorido hacia los bosques salvajes lejos de la gran roca, poniendo a salvo a la afortunada mujer.
Esterina entre el desastre había logrado ver a un ser en el cielo. Una criatura tan vivaz y tan poderosa que incluso podría haber sido tomada por divina. Sin duda quedó maravillada con él.
Excitada ella gritó hacia al firmamento:
-¿Cómo te llamas?
A lo cual el cometa respondió:
-Monstis
Por tan sólo cinco segundos tuvo la oportunidad de verlo, con tan sólo 5 segundas estaba enamorada.
Desde aquel día Esterina abandonaba la seguridad del asentamiento por más tiempo. Todas las noches habiendo olvidado los peligros que corría se aventuraba de nuevo a su santuario, sólo con la esperanza de ver a Monstis. Con el tiempo anotando los días pasar en la roca se dio cuenta que el pasaba una vez al año. Cuando lo hacía el cielo se iluminaba de tal forma que la noche huía por un momento y el tomaba posesíon de la corona como un sol noble e imponente.
Esterina y Monstis siempre charlaban cuando se veían, aprovechaban el poco tiempo que tenían y mientras ella le contaba todo lo que vivía, el sólo reducía su velocidad lo más que podía.
Después de varios años el cometa se preocupó por los peligros que corría Esterina por querer estar a su lado. En uno de sus encuentros le pidió a su amada que ya no saliera de la seguridad de la villa pues el encontraría una forma de verla siempre, para que juntos pudieran charlar por el resto de sus vidas. Ella no acepto. La dama quería darle una sorpresa, había decidido abandonar a su gente y establecer una vivienda sobre la piedra en la que esperaba junto a las sombras a su amado.
Consternado por la elección de la preciosa criatura Monstis prefirió entonces dejar de viajar por el sistema desafiando sus obligaciones estelares y el día en que pasaba por encima de su bella amada, se estrelló en la luna.
Gravemente herido quedo inmóvil sobre el satélite. Esterina preocupada se quedó siempre a su lado, curiosamente ahora se veían más tiempo.
Alegres pasaron juntos sus últimos años ya que Esterina falleció dos años después debido a su longevidad. Monstis murió el mismo día en que Esterina se fue al universo. Juntos se convirtieron en estrellas, pero como vestigio de su eterno y sincero amor quedo una montaña. El hogar de Esterina, relicario en el que se divisa una vez al año a un fuego reencarnado que ilumina a la luna permitiendo ver un gran cráter en ella.
Cabrera Molina Alan Daniel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario