Así es, esperanza. Esa esperanza a la cual todos hemos acudido en busca de cualquier tipo de cosas. Vaya, pareciera que ella es como una vela que nos iluminara por los lugares más oscuros de nuestra vida como una antorcha o como una inmensurable flama que nos dejara ciegos o podrá incinerarnos sigilosamente.
Ten cuidado con ella. Nos podrá llevar a donde sea, pero a veces sólo nos lastimara si la vemos directamente. Me recuerda a aquella chiquilla que esperaba y esperaba que la vida le enseñara el camino hacia el paraíso. Que lo busco incesantemente sin descanso perdiéndolo todo en el camino, incluso su esperanza.
El paraíso se encontraba con ella antes ya de que partiera. Pero jamás se dio cuenta de su suerte. Al menos no al principio, pero esa historia tal vez sea para otro día ¿no crees?
A veces esta vida nos llevará a lugares que parecerán el mismo infierno, sin embargo se nos fueron otorgados desde nuestro nacimiento algunos dones a los que podremos pedir ayuda durante este largo gran viaje.
En esta ocasión, entre tantos regalos elijo a las alas de las mariposas. No sólo son un artilugio con grandes y alucinantes figuras para satisfacer a cualquier pintor en busca de inspiración. Se encuentra ahí generalmente para poder llevarlas tan lejos como fuertes sean sus alas bellas.
Dejándose llevar tal vez, o quizás solo queriendo llegar a sus deseos. Pero no nacen así sin más, no nacen con la madurez suficiente para enfrentarse a su estadía en este mundo mortal. Aun naciendo hermosas ellas tendrán que arreglárselas para salir adelante, deberán encontrar sus alas, su significado y también deberán permitirse el crecer. Será entonces cuando el viento, la tierra, el fuego y el agua se encontraran ya en un punto sublime.
La madurez física y mental es el inicio de la estancia en este en el que hemos tenido la suerte de existir.
El paraíso es aquí, pareciera que no hay nada pero realmente es aquí. Sólo necesitas las llaves para que tus ojos y tu mente puedan apreciarlo, esas ganzúas que también son llamadas emociones por algunos. Para nuestro beneficio serás sólo tú y no nadie más quien decida forjarlas, podríamos ayudarte pero tú serás quien tendrá la última palabra, la última palabra para viajar al paraíso.
No te apresures, todo tomara su tiempo. Por ahora camina dulce mariposa, algún día encontraras tus alas y podremos volar e incluso podrás llevar contigo a algunos de tus amigos. Mientras tanto camina, no le temas a los caminos ya que cualquiera o más bien todos son un inicio, un final y otras veredas también.
Recoge los ecos de tu tiempo, lleva contigo los sonidos de tu pasado a donde vayas, deja en el tiempo una pequeña marca esperando poder volver a ese pulcro lugar que tal vez también dejes atrás. ¡Se una mariposa, se feliz! Aunque simplemente podrías ser tú.
Cabrera Molina Alan Daniel
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