¿POR QUÉ NO CERRAMOS LAS PIERNAS?

Una de las acciones que de manera rutinaria realizo es la de abordar los taxis que me lleven hasta la ciudad de Oaxaca con el fin de llegar a la universidad en la que me encuentro estudiando. Muchas han sido las ocasiones en las que me ha tocado viajar incómodamente a causa de algunos individuos que como yo no pueden sentarse sin abrir las pernas. A partir de este hecho he reflexionado sobre el porqué de este comportamiento y me he dado cuenta de que no existe ningún motivo efectivo que nos evite a los varones juntar las rodillas.

Una vez que un individuo aborda un vehículo colectivo, necesariamente debe adaptarse al reducido espacio en el que se encuentra. En este proceso intervienen factores como la anchura del vehículo, la complexión de los demás pasajeros e incluso el clima. En los días calurosos suelo sentirme especialmente incómodo viajando en taxi porque el calor expande los cuerpos, lo cual ocasiona una invasión terrible a mi espacio vital.

En una sociedad demasiado conservadora y con prejuicios fuertemente arraigados resulta difícil encontrar a hombres que se sienten de forma adecuada. Las posiciones adoptadas por nosotros los hombres al momento de sentarnos en cualquier lugar cubren amplios espacios. El ángulo que forman las piernas generalmente es mayor los 75°, lo cual reduce de forma considerable el espacio de la persona que se sienta al lado de nosotros.

En una ocasión tuve la mala fortuna de ir sentado en la parte de atrás del colectivo, pero en medio de dos sujetos demasiado desconsiderados. Ambos se expandieron como lechugas y me redujeron mi espacio vital a menos del 70%. El colmo de la situación es que los sujetos se durmieron profundamente a pierna suelta reduciendo con ello mis ganas de reclamarles.

¿Por qué no cerramos las piernas un momento? Somos hombres y estoy consciente de que tenemos algo que “nos roba espacio” en la entrepierna, pero no es muy difícil tratar de cerrar los miembros para no incomodar a quien va sentado a nuestro lado. Además de que hablará bien de nosotros, podemos presumir que estamos realizando un servicio social.

Somos hombres y estamos acostumbrados a sentarnos como sea, pero hay que ser respetuosos y no invadir el espacio que otro pasajero está pagando. No pasará nada si de vez en cuando eliminamos nuestros prejuicios y juntamos las rodillas. La incomodidad pasará en un par de minutos. Aunque en un principio resulta un poco complicado, una vez que se va construyendo el hábito costará menos esfuerzo. Cerremos las piernas de vez en cuando y hagamos que se hable bien de nosotros.

Daniel Osorio.