Cuando niños somos inducidos a creer en historias fantásticas de monstruos saliendo del armario, debajo de la cama, presencia terrorífica que nos llevarán y/o comerán sino dormimos temprano, ¿quién no ha pasado por eso? Elliott no era la excepción.
Sus padres le han dicho que su hora de dormir es a las ocho de la noche, que como todo niño debe descansar y disfrutar del día con sus amigos. Pero a él no le agrada esta idea, siempre esta esperado las noches. Ni bien comienza a obscurecer, corre por las escaleras hasta llega a su habitación y desde el pasillo se escuchan risas y voces graciosas. Su mamá empieza a gritar como todos los días -. Elliott duerme, que viene el coco y te comerá. Él hace caso omiso hasta ver la sombra de su mamá por debajo de la puerta, así que dormía por obligación.
Por lo días, sus papás le pregunta que hacía en su habitación. Elliott sólo respondía que se divertía. En la escuela sus amigos le invitan a jugar, – está bien sólo un rato, no quiero cansarme, porque tengo que llegar a casa y estar en mi mundo mágico. Respondía. Todos creían que Elliott estaba delirando y reían.
La noche se veía inquietante, el viento soplaba muy fuerte, el polvo que se generaba en las calles no dejaba ver nada, de repente el cielo comenzó a relampaguear, los truenos no permitían escuchar voz humana. En eso la puerta se abre, una sombra aparece, la mamá de Elliott grita de miedo antes de percatarse que era su esposo. Mientras tanto Elliott estaba tranquilamente en su habitación, sin aterrorizarse por el mal clima.
Parecía que el cielo se caía, en eso momento se escucha un estruendo y todo el vecindario se quedó a obscuras. De inmediato gritan - Elliott. Uno de ellos dice - Está en su cuarto, de seguro debe tener miedo. Él otro – encontré una lámpara, ¡vamos! .Corrieron por las escaleras, y con tal desaparición abrieron la puerta como queriéndola destrozar. Y ahí estaba Elliott sentado tranquilamente, sus padres lo miraron con alivio, pues no está asustado. Pocos segundos después voltearon a la pared, la luz que provenía de la lámpara deja ver sombras fantásticas. ¿Elliott qué es esto? Es mi mundo, he colocado los muebles de tal forma, para que entre las sombras y las luces cobren vida.
El paisaje de la pared era tan increíble, era producto de una imaginación de un niño, que no se limitaba a ver lo cotidiano, sino que creaba y plasmaba vida en un muro frio. Las imágenes aún resultaba raras para los adultos y sus mentes inactivas ¿Qué es esto preguntaban? -es la trompa de un elefante, mira este es su cuerpo. Señalándolo. – Cada día es un viaje diferente, a veces estoy nadando en el mar con peces, delfines y uno que otro tiburón. Dijo Elliott.
Por fin, sus padres comprendieron porque Elliott le gustaba tanto el anochecer. Y como sucede en estos casos, ellos recordaron su infancia omitida por los deseos de los adultos. Su papá alzó las manos, las cruzó y de un extraño movimiento apareció la sombra con vida de un conejo en aquella pared existente.
Ahora cada día antes de dormir se divierten creando mundos que no tiene fin, cada sombra proyectada toma vida, y todas juntas forman historias en esa pared grandiosa que deja volar a la imaginación.
Karla Vázquez
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