lunes, 10 de junio de 2013

Los días de lluvia.

Qué bonito es el tiempo de lluvia, el follaje de los cerros empieza a crecer y el cielo es adornado por bellos rastros de colores que lo atraviesan atrevidamente.
Que decir, del riquísimo olor atierra, ese que se desprende a las primeras gotas de lluvia.
Los arroyos empiezan su andanza rápida por todo el sendero marcada por carrizales, sabinos y sauces haciendo malabares, serpenteando, en caídas libres, librando las rocas, los troncos.
Las mariposas, el cantar de los pájaros y las flores por doquier, adornan el ambiente, iluminan el paisaje.
En las calles de la ciudad, la lluvia es la causante del caos, los vendedores comienzan despavoridos a guardar su mercancía y los niños jaloneados por sus padres al resguardo más cercano, las calles comienzan a inundarse, el tráfico vehicular se hace presente
En la casa, por la ventana se manifiestan pequeñas gotitas resbalando con devoción por el cristal que trastorna la visión exterior, todos corren a meter las cosas que se pueden mojar.
En la sierra comienzan a brotar los primeros hongos alucinógenos y muchos turistas visitan las comunidades donde se consumen para tener una experiencia.
Me gusta el tiempo de lluvias, me gusta ver jilotear la milpa, me gusta el olor a flores, el tiempo de las azucenas y mucho más me encanta el tiempo de los elotes.
Omar Herrera Castillo

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