lunes, 10 de junio de 2013

Roberta

Lunes 10 de junio de 2013, comencé mi día yendo a clases, el trafico cómo siempre es mi pan de cada día, el camión se hace un tiempo milenario de recorrido, no es novedad, la gente sube y sube a lo largo del trayecto, en la Central de Abastos, se deja venir la masa de estudiantes que se empujan por ganar un lugar para sentarse, el camión esta listo para ir más rápido después de este llenado extremo.

En la escuela todo marcha normal, tuve mis dos clases marcadas en el horario, salí rápidamente, tenía que apurarme a subir mis archivos de escritura para el blog del grupo.

Llegué a casa, estaba sola, mama no me dijo que saldría, entonces decidí dormir, cuando mi perrita a la cuál llamó Roberta no dejaba de ladrar, no se si se emociono por verme o sólo tenía hambre, el punto es que, le di de comer y la metí a mi recamara.

Hace tiempo que no jugaba con ella, culposamente he pensado que soy mala dueña, pues me he enfocado en otras actividades que hay días casi enteros que no la veo, en fin, la tome de la patita y jugaba con ella, fue raro, sentí como si ella me hubiese faltado, cuando siempre ha estado ahí.

Recordé lo hermosa que era cuando me la dieron, sólo tenía una semana de nacida aún recuerdo, no sé nada de ella, no se cuantos hermanos tiene, ni quienes son sus padres, sólo la recibí con mucho amor y prometí cuidarla siempre, y no por ello digo que ahora es fea, todo lo contrario más bien, pero recordarla cuando era cachorra me hizo sentir cómo una madre recuerda la inocencia de una criatura frágil y pura.

Así fue, como Roberta me hizo la tarde, en caso de haber estado mama en casa, no hubiese podido meterla, en fin, creo que es bueno decir lo bien y feliz que un animal te puede hacer cuando de verdad los amas.




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