Pobre Vicky otra vez lloviendo y otra vez sufriendo… y es que esas gotas de agua que se empiezan observar por su ventana le resultan una maldición, le recuerdan lo triste de su existir y lo cansada que se siente. Apenas las tres y el radiante sol ya la está abandonando, apenas inicia la tarde y el nublado cielo ya la está agobiando.
Pero ¿por qué Vicky? ¿Por qué eres tan floja? Entiende que el paraguas, que guardas detrás de la puerta negra oxidada, no basta para proteger todo el cuerpo de tu obesa madre. Eres tú quien tiene que caminar con ese paraguas, por los resbalosos callejones hacia el mercado, para cuidar esos guajolotes que tu padrastro amarro de las patas y colgó de cabeza esperando a que alguien los compre.
Imagínate nada más Vicky, que esos gordos trozos de carne que tu mamá lleva por pies, tropiecen, ya sabes cómo son de torpes, apenas y pueden echar un carrera cuando tu mamá olvida el monedero y toma prestados unos aguacates del puesto de al lado, un minuto de persecución y ella ya está tirada comiéndose los aguacates para que cuando llegué el ejército de cincuentonas no haya evidencia alguna.
¿Te has puesto a pensar en las consecuencias que traería que tu madre resbalara? Tú vives en la cima de la ciudad, las callejones están de bajada, el cuerpo grasoso de tu mamá resbalaría hasta llegar a lo más bajo. Y no te preocupes por tu madre que es esta demasiado corriosa para tener un raspón, preocúpate por la ciudad, tu madre arrasaría con todo a su paso, incluyendo a niños pequeños.
Hoy está lloviendo, hoy te toca mercado y el fastidio de oír los comentarios, de las viejas sebosas, que apuntan a tu madre, y es que ellas dicen que tu madre es tan fodonga, no asea el excremento de esas pobres aves, que por cada quejido tu madre les arranca una pluma, en eso se entretiene toda la tarde.
Tienes que estar ahí hasta que llegue por ti tu padrastro, otro barrigón que se aprovechó de la buena voluntad de tu mamá para poner un criadero de “cunes” en su patio trasero. Y que feo huele, huele peor 100 mil marraneros.
Y es que si hablamos de olores Vicky, el tuyo no es muy bonito que digamos, me he acostumbrado a tu olor a grasa de la comida del día, pero hoy, ¡qué barbaridad! hueles a la de ayer combinada con la de antier y eso es porque hoy no has comido sino se le agregaría un olor más.
Pero Victoria, no te sientas mal hay algo en ti que me gusta mucho, no sé si es tu desnutrida figura, tus cabellos resecos o tus labios partidos. ¿Por qué no mejor tomas un baño y nos vamos Vicky?
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