El día que me decidí a subir el primer escrito en este blog, me sentía un poco extraño porque nunca había plasmado ninguna obra mía en un lugar como éste. La idea de escribir acerca de un taxista llamado Nicolás para que fuera mi primer trabajo en esta serie de publicaciones surgió en un momento inesperado. De hecho escribí sobre Nicolás porque me cayó muy gordo, era un taxista muy malhumorado.
Una vez que realicé la primera publicación a la que puse el título de “El transportador de sueños” me dí cuenta que podía utilizar este medio electrónico para plasmar muchos de mis mejores sueños y las historias que inventaba en pequeños instantes de mi vida. Poco a poco se fué construyendo el hábito de inventar historias en base a cosas que veía en mi vida diaria, sobre sueños que tenía y también acerca de temas que me llamaban mucho la atención.
La narrativa representó para mí la forma de expresar todo lo que en estados inconscientes de mi existencia quería realizar. Muchos de los cuentos y narraciones fantásticas surgieron en mis tardes de ocio, mientras caminaba por las noches rumbo a mi casa o mientras viajaba en el taxi rumbo a la escuela. Escribí tantas historias como me fué posible, aunque al final de cuentas no me atreví a enviar todas para ser publicadas. Mi egoísmo impidió que diera a conocer aventuras sensacionales.
Los cuentos de suspenso y de seres fantásticos tuvieron su génesis sobre mi mesita de tareas, en el lugar en el que me encuentro ahora, es decir, en este pequeño corredor rodeado de macetas. Recuerdo muy bien aquéllas ocasiones en las que me quedaba hasta media noche para ver si me llegaba la inspiración para escribir
alguna historia nueva. Algunas veces podía sentir cómo alguien se asomaba sobre mi hombro para ver lo que estaba escrito sobre las hojas recicladas.
Una anécdota muy especial que viene a mi memoria ocurrió en una noche de mayo. Faltaban veinte minutos para que el reloj del templo sonara doce veces y yo había comenzado a escribir un cuento de terror. Sentía como mis ideas se proyectaban ante mis ojos mientras mis dedos se apresuraban a teclear las palabras sobre la computadora. Al poner el punto final me dispuse a dar una revisión a todo el texto para corregir los errores. La historia me dió tanto miedo que decidí borrarla por temor a que se hiciera realidad. Me provocó pesadillas durante el resto de la noche.
Un fervoroso amor por la arqueología y por la Villa de Etla, de donde soy originario, me incitaron a realizar algunos escritos acerca de las zonas arqueológicas de éste valle y algunas reseñas de libros que recopilan la historia de mi querida comunidad. En un intento por mostrarle a mis compañeros la belleza de mi pueblo, dediqué algunos textos para describir las tradiciones, costumbres y vida cotidiana de la tierra del frijol.
Al final de cuentas, los trabajos que publiqué en este espacio son resultado de muchas situaciones inesperadas y de un deseo por escribir cosas. No importa si los temas que plasmé son buenos o no, lo importante es generar cosas nuevas, inventar, imaginar, crear mundos alternos. Mi mundo imaginario se encuentra entre las plantas y los seres fantásticos. Desde ése mundo puedo ver lo que pasa sobre la Tierra y escribir historias nuevas. Desde ése nuevo planeta puedo platicar con los muertos, disfrutar de la vida y desearles una larga y fructífera existencia. Daniel Osorio.
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