Dulce Carolina Hernández Martínez
Da a conocer muchos puntos que vivimos en nuestra sociedad. Nos hace hacer conciencia de nuestros valores como personas, de fijarnos en las cosas malas en las que hemos caído. Por un lado buscamos mejorar, pero a la vez caemos en la conformidad y en la mediocridad. Preferimos que otro sea el que haga las cosas.
También podríamos interpretarlo como la voz de un adolescente. Cuantas cosas pasan por su mente. Curiosidades y deseos de experimentar. Dudas que surgen durante el aprendizaje o la adquisición de una nueva experiencia. Podríamos preguntarnos ¿Dónde están los padres en esos momentos? Tal vez ocupados con el trabajo, el negocio o simplemente irresponsabilidad paternal. En estos casos, los jóvenes optan por apegarse a sus amigos. Muchas veces esta es la razón por la cual tenemos una juventud violenta.
La falta de atención en el hogar hace que los jóvenes busquen ese cariño o atención en otro lado, y como consecuencia tenemos la mala orientación juvenil.
En algún momento todos nos hemos hecho esta pregunta: ¿Por qué no intentar hacer de este mundo un lugar mejor? Vemos que la contaminación, la violencia y la inseguridad nos rodean, pero, en realidad ¿qué hacemos nosotros para cambiar las cosas?
Como personas, no vemos la posibilidad de marcar la diferencia, el tratar de ser diferentes para bien. Alcanzar algún logro, con el único objetivo de beneficiar a las demás personas como a nosotros mismos.
Pensemos en marcar la diferencia y no ser uno del montón, o mejor dicho, “Un mexicano más”.
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