La cicatriz es el producto de una herida, hay heridas que al poco tiempo sanan, quien no se ha caído alguna vez en la infancia y al poco tiempo sale la costra y se olvida. Pero hay heridas que se hacen tan adentro del ser, un lugar donde no llega la pomada ni las inyecciones, una herida que no tiene más medicina que el olvido.
Este es el caso de una herida que en su proceso de cicatrizar volvió a ser tocada y se abrió provocando los dolores que tuvo al inicio de su existencia.
Fue el día sábado bien lo recuerdo, después de una cita cancelada, mi situación se tornó sin planes, sin un fin, sin nada.
Mi primer recurso fue buscar en la red a un amigo que me invitara a una fiesta, alguien que me propusiera un plan, que me sacara de un día aburrido, ese sábado no me resignaba a pasarla aburrido, necesitaba encontrar un debraye1 .
Encontré por sorpresa una amiga conectada, quien me invito a su casa a platicar y a fumar, ya que pasaba un mal momento y necesitaba desahogarse, cuando llegue nos sentamos a platicar, entre humo y risas, empezaron allegar más invitados, no sé de donde salieron las botellas, entre los tragos de licor el ambiente se empezó a poner bien freza2, no sabía de lo que hablaban y comencé a sentirme incomodo, busque a mi amiga, me despedí con el pretexto que se avecinaba la lluvia y salí, otra vez sin rumbo y sin planes.
Camine por la avenida principal con rumbo al norte, pensaba donde pasar un buen rato y decidí encaminarme al bar de mi preferencia, fue mágico ese momento, torne la mirada al otro lado de la avenida, entre el tumulto caminaba la mujer que había hecho la herida.
Nuestra silueta se perturbaba por los carros que circulaban a gran velocidad, no supe como cruce, pero en unos cuantos segundos me encontraba frente a ella, después de casi un año de no verla, el día menos esperado, el día en que menos pensaba encontrarla, estaba ahí tan bella como el primer día que la conocí .
Al vernos sonreímos, se me hizo tan conocida esa sonrisa, que me transportaron a esos momentos en los cual reía con ella en el pasado.
Mi corazón latía muy rápido, pequeños choques eléctricos se manifestaron en mi cuerpo y las palabras en mi boca. Le pregunte que a donde iba, que si tenía algún plan, a lo que respondió que se dirigía para su casa, la oportunidad de salir con ella y conversar se dio y no podía desperdiciarla , esa oportunidad la esperaba desde ya casi un año.
La invite a caminar, con la intensión de pasar por el bar e invitarle una copa, empezamos a caminar por toda la avenida entre los pasos muy lentos que daba yo para que durara el paseo, se manifestaron risas y los bellos recuerdos, volvió a florecer la alegría en nuestros rostros.
A unos cuantos pasos de pasar por el bar, le invite unos tragos, con el pretexto de conversar, lo cual acepto con gusto, pero me advirtió, que solo sería un rato porque al otro día era domingo y tenía que preparar su clase del día lunes.
Ingresamos, observo los dibujos del bar con detalle y yo pedí la primera jarra de pulque, ya pasadas varias jarras, entre pulque risas y recuerdos, el ambiente tomo otro tono, y nuestras manos se tomaron, acompañadas de un dulce mirar, mi corazón y mi pensar solo era ella, las ganas de fusionar mis labios con los suyos invadían mi cuerpo, quería dejar de un lado las palabras y abrirle camino a las acciones.
Se notaba en los dos que anhelábamos estrecharnos la respiración, nuestro mirar, nuestra temperatura nos delataba.
Clavado en lo profundo de su mirar, no me di cuenta cuanto tiempo paso, si fueron horas o fueron años, en su mirar sentía ver todo el universo, pero de pronto, como si fuese impactado por un enorme meteorito salí de ese sueño y de todas las fantasías que ya se formaban a gran velocidad en mi pensamiento, ese golpe me lo dio su vos que me dijo: tengo que irme.
La alegría se desvaneció, la sonrisa se borró de mi rostro y mi mirar se tornó al suelo, le ofrecí acompañarla al mismo sitio donde la había encontrado regresamos caminando, y los pasos solo era lo único que sonaba nadie dijo nada, llegamos a la parada del camión, abordo su autobús, se asomó por la ventanilla y dijo adiós.
Regrese al bar, pedí otra botella y empecé a sentir otra vez ese dolor, esa tristeza, a tomarle ese sentido a las canciones que perfectamente describían mi situación, el dolor era el mismo, me era tan familiar que lo llame por su nombre lo tome entre mis brazos y lo hice mío.
El tiempo ya había ayudado a sanar mi herida, en verdad me había esforzado tanto en olvidarla, que lo había conseguido, pero ese día, ese mágico día, se me olvido que la olvide.
1 Una fiesta sin reglas y con excesos. 2 Un ambiente con plática con temas de moda, tecnología, cantantes, tiendas departamentales, marcas comerciales.
Omar Herrera Castillo.
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