Este sábado me levanté muy temprano,
pues tenía clase de arqueología. Me bañé y desayuné junto con mis papás y mi
primo. Mi papá me fue a dejar en automóvil hasta Ciudad Universitaria. Como
llegamos unos minutos antes de la clase, me dormí un poco.
Cuando en eso mi papá me dijo que ya
tenía que entrar al salón; pero junto con mis compañeros tuvimos que esperar
como unos diez minutos a que llegara el profesor.
Después que el maestro llegó y subió
al salón, este ultimo lo tuvimos que abrir, pero antes de comenzar bien la
clase nos preguntó el profesor que si queríamos ir a una excavación en el
centro histórico mero enfrente del Centro Académico y Cultural San Pablo, y
claro que todos aceptamos.
La clase dio comienzo y cuando dieron las 9 de la mañana,
decimos irnos rumbo a la excavación. Cada quien se fue como pudo, mis amigos y
yo nos fuimos en el automóvil de mi papá.
Llegamos y esperamos a los demás.
Después entramos a ver cómo se encontraba la excavación. Nos dijeron que en
aquel lugar se encontraban varios contextos, como de la época colonial y
preclásica. También nos mostraron un plato muy bonito, por cierto todavía
enterrado. Por último nos dijeron que sólo les quedaba una semana para terminar
la excavación, pero que la verdad todavía había mucho que hacer.
Todo esto del rescate, se debió a
que en aquel lugar la Asociación Harp Helú, quería hacer una cisterna de
captación de agua de las lluvias. Pero cuando comenzaron con los trabajos se
dieron cuenta que habían algunas construcciones muy antiguas, así que
decidieron llamar al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para
ver qué eran aquellos vestigios. Así que el INAH mando a la arqueóloga Rebeca
para que se hiciera cargo de la investigación. Ella egresó del Instituto de
Investigaciones Sociológicas, en la licenciatura de antropología en el área de
arqueología de la 1ª generación.
Monserrat Ballinas
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