sábado, 27 de abril de 2013

JUEVES POR LA TARDE

Un jueves después de clases me disponía a beber con unos amigos, pues el alcohol nos gusta mucho. Salimos de clases y nos encaminamos a nuestro bar favorito, en el camino platicábamos de muchas cosas y reíamos, estábamos ansiosos por compartir unos cuantos vasos con cerveza y buena conversación. Llegando al lugar, la dueña nos veía con una expresión de: “Ya llegaron mis clientes preferidos”. Pedimos lo de costumbre, nos trajeron nuestra tan anhelada botana junto con la cerveza, sirvieron, brindamos y tomamos. Pasaron algunas horas y los ánimos estaban muy prendidos, unos cantando, otros platicando cosas acerca de su vida, no faltó quien se empezara a ver ebrio. Después, algunos nos tomábamos fotos para las redes sociales, repitiendo la acción ya que muchos salían con los ojos cerrados y muy feos. Ya no teníamos dinero, pero en la mesa de atrás un tipo solitario nos veía de manera sospechosa, de repente el mesero llegó con una gran cerveza en las manos diciendo: “El joven de ahí se las manda”, no podíamos dar crédito a lo que nos había dicho, reímos y luego le hablamos al proveedor del alcohol. Platicamos con él, y de repente empezó a llorar, no sabíamos bien el porqué de sus lágrimas, tal vez estaba muy feliz por tomar con nosotros; o es que nadie lo quería, no lo sabíamos. Así que sólo le dijimos “Salud y sin llorar”. Nuestro nuevo y emotivo amigo en realidad era el portador de sangre, en lo que una amiga y yo fuimos a poner música, al voltear ya se estaba agarrando a golpes con un tipo de la mesa de enfrente. Al parecer el tipo nos había faltado al respeto y nosotras no nos percatamos de su insolencia, así que él quiso defender nuestro honor, “Porqué ante todo somos unas damas”, explicó. Posteriormente, algunos tratamos de separarlos, otros huyeron del bar, pero al final de todo, mis amigos y yo salimos bien librados de esa pelea sin cuartel. Nos reunimos en un parque a platicar del suceso reciente, reímos mucho y luego nos fuimos. Ahora ya no podemos regresar al bar por razones obvias, pero algún día lo haremos y aprendimos la lección; nunca hacer amigos nuevos en lugares de ese tipo, pues nunca se sabe que esperar de la gente. Yazareth Enid Martínez Carreño.

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