domingo, 28 de abril de 2013

LA MANIFESTACION

La manifestación, uno de los temas principales de hoy en día, hay quienes están a favor y otros en contra. Por lógica los manifestantes son trabajadores, estudiantes y todo luchador social que sufre la opresión del estado. Por otro lado los inconformes personas con buen salario, empresarios y lamentable mente hasta esquiroles que se oponen rotundamente a este tipo de manifestaciones. Se han hecho todo tipo de intentos, marchas, bloqueos, paros, etc. Pero de muy poco ha servido, y por lo contrario se ha recibido la represión y la violencia por parte del estado e incluso hasta la muerte de muchos luchadores sociales. El pueblo incluso yo estamos hasta la madre de tanta tranza, de la maldita autoridad represora y acosadora de todos los días, del maldito sistema político que favorece a los propios que lo forman, artos del despojo de sus tierras a nuestros hermanos, del aumento de precio de los comestibles básicos, estamos hartos del estado. Se han usado las palabras y nos han contestado con la fuerza. Es increíble ver a la policía que se paga con el impuesto de cada mexicano como se forman en bloque para deshabilitar las manifestaciones y bloqueos, pero nunca en mi vida he visto ni por T.V un bloque policial que se forme para atacar con todo al narco. Es por la violencia recibida y los intentos pacíficos fallidos, que la juventud mexicana no piensa seguir soportando tanta represión, no debemos seguir viviendo con el yugo en nuestros cuellos, no podemos ser más los muchos explotados para el beneficio de pocos. Es por eso que no pensamos dar un paso en esta lucha y decidimos tomar el control de forma colectiva usando la violencia contra todo poder represor y tumbando hasta con sangre si es necesario la maldición del estado. Omar Herrera Castillo

REALIDAD A LA VUELTA DE LA ESQUINA

Miércoles 24 de Abril del año 2013, a las 3:30 de la tarde salí del Instituto de Ciencias Sociales de la “UABJO”. Me dirigía al centro de la ciudad para realizar unas compras, justo al momento de cruzar la puerta que dividía la Universidad de la calle me detuvo una señora sollozando y expresó “que la ayudara con una cooperación económica para la operación de uno de sus hijos”, seguí caminando y subí al camión, me baje justo en la calle de Bustamante y caminé hacia el lugar donde iba a realizar mis compras, después pasé por el zócalo de la ciudad y me detuvieron dos niños que me pegaron una estampa en la ropa y luego me pidieron dinero por la estampa. No pude hacer caso omiso a estos dos hechos y me detuve a observar detenidamente el lugar, note que unas mujeres entre los 12 y 28 años vendían cosas como dulces, chicles, chicharrones, etc. además muchas personas de la tercera edad pidiendo caridad en los pasillos del zócalo, lo más curioso que observé es que en un costado del lugar se posicionaron unas personas de muy buena posición económica que hablaban y daban un discurso sobre “la pobreza en Oaxaca”, decían; “la pobreza es un tema que nos atañe a todos por lo cual en este sexenio se han implementado más recursos para frenar este lamentable suceso, lo que hemos ganado es que miles de niños ya no tengan que trabajar y su única preocupación sea estudiar, también generamos más empleos y a lo largo del tiempo ha ido disminuyendo la pobreza de manera satisfactoria”. Llegue a mi casa y me puse a pensar en lo sucedido, y concluyo que las diferencias de clases existen ya que cada día la gente con dinero tiene cada día más y los que pertenecemos a la clase media o baja no hacemos más que ser más pobres cada día. Las instituciones o programas de ayuda los conforman gente con dinero, que busca su propio bienestar y no el de la sociedad. La pobreza no está disminuyendo, la podemos notar en todas partes en un parque, en una calle, en la misma casa o “a la vuelta de la esquina”. Irvin Daniel Vásquez Vásquez

CRONICA DE HELIO

Oaxaca de Juárez 24 de Abril 2013 Oaxaca, en el centro de la capital de nuestro estado se encuentran establecidos diversos comercios y vendedores ambulantes de todo tipo que alegran y llenan de vida este espacio turístico. Entre ellos están los globeros, que desde las 9 de la mañana comienzan a arribar al zócalo; desde niños a adultos, al parecer es un oficio de familia, algunos vendedores se saludan entre sí, mientras otros se apartan lugares. Ya establecidos, esperan que la gente comience a llegar y con ello las ventas. Ya dadas más de las diez, los turistas y oaxaqueños transitan de manera más fluida por el centro. Se empiezan a ver las primeras ventas, la mayoría son niños, son su mejor sector; tampoco faltan los enamorados, que llevan de obsequio algún globo con frases como: “te amo, me gustas, feliz aniversario”, etc… Cuando los días de venta son buenos, los globeros vuelven a los lugares cercanos que tienen o rentan como bodegas para ir a traer más, pero cuando los días son malos, tienen que ir guardar la mercancía. El señor Luis Hernández, globero desde hace más de diez años comenta que ganarse la vida vendiendo globos no es nada fácil. A veces hay días buenos y malos, la mayoría ninguno de los dos, los días festivos y la mercadotecnia les ayuda en fechas como el 14 de febrero para incrementar sus ventas. Pero también la economía de las familias oaxaqueñas se ha visto afectada y con ello ya no es común comprar “por comprar” o por gusto un globo. El señor Hernández argumenta los beneficios de ejercer aún este oficio. Es una “tradición” y un “orgullo” comenta, pero también es un riesgo como cualquier otro trabajo de la calle; y más en estos tiempos donde la seguridad es poco vista en Oaxaca y los conflictos políticos son un “volado” para ellos. Como el 2006 los hijos de los maestros y la gente que pasaba, les dejaban ganancias arriba de los 500 pesos diarios. “La venta era más libre para los comerciantes independientes” sonríe el señor Luis, pero en otras ocasiones esos conflictos y desalojos espantan a la gente y no hay ventas. En testimonios de los vendedores podemos ver que aunque todo pareciera que fuera un oficio sencillo de hacer, ser globero tiene sus complicaciones, como que los globos se vuelen, que se vayan sin pagar, que les malbaraten los globos, o que se les desinflen. Así como los constantes choques con los supervisores del municipio o los vendedores contrarios. Si bien parte del día a día de los Oaxaqueños es ganarse la vida yendo a sus trabajos, estas familias de vendedores ambulantes salen a exponerse sin un lugar fijo que los proteja de algún crimen. Salen sin saber si ganaran o no lo suficiente para alimentar a su familia, esto es un oficio mas entre otros en el estado que se han ido perdiendo o que solo permanecen por herencia debido a que muchos buscan otra calidad de vida y con ello una formación a nivel superior; que hace que vean de menos cualquier oficio, lejos de complementarlo con sus profesiones. Oaxaca representa un estado tradicional aunque muchas veces eso no es de agrado a la ciudadanía, se confunden tradiciones y cultura como un factor que representa el poco desarrollo económico del estado, que no ha abierto sus puertas por completo a la industrialización como otros estados del país; esta visión hace que dentro de algunos años futuros sea muy escaso encontrar en la calle globos, elotes, tamales, y cualquier otro producto que el ambulantaje nos ofrece, después los encontraremos solo en comercios y tiendas establecidas. El hecho aquí no es adquirir un producto, es no degradar y olvidar oficios que han caracterizado a nuestro estado desde décadas atrás, no es el globo en sí, es la unión entre niños que juegan sanamente por el centro de la ciudad. Y no reproducir la imagen de la familia contemporánea pegada al televisor y a la tecnología. Evelyn Yarabit Santiago Perez

AYUDA PARA MORIR

No se trató de un delito, sino de un acto distinto de eutanasia. La anciana, agonizante desde hace unos meses, no encontraba la paz por causa de extrañar a su hija. En medio de sus dolores pedía verla. Desde hace más de catorce años la había dejado allí. Alberto Ortiz, director del asilo, se había dedicado a buscarla por cielo, mar y tierra. Todo fue inútil, no dieron con ella. Los demás ancianos, consternados decían que ella no moriría sin ver a su hija. Y tal vez viendo el reflejo de su propio futuro, se ponían a rezar para que un milagro permitiera el retorno de la ausente. La voz quirúrgica de la anciana sorprendió en más de una ocasión a sus compañeras haciéndose pasar por su hija. La tarde en la que la nueva enfermera llegó, Ortiz, la puso en antecedentes y le sugirió que se hiciera pasar por la hija desaparecida y que le hablara para consolarla y aliviar un poco su pena. Al principio se resistió, dijo que no era ético, pero después del ruego de la comunidad de ancianos, accedió a ver a la enferma. Los más de veinte ancianos la siguieron hasta al estrecho cuarto. Con curiosidad y esperanza contemplaron a la madre agonizante. La resolana del atardecer que se filtraba por la ventana, le daba una iluminación cálida a la sencilla habitación, enfatizando los rasgos de los ancianos, como en una fotografía antigua en blanco y negro, en medio de un silencio total. La enfermera se conmovió al ver a aquella delgada y pequeña mujer de piel enjuta, con blancos cabellos y palidez extrema, que en medio de quejidos y con antecedentes médicos de desahucio alargaba su agonía con la esperanza de volver a ver a su hija. Sin pensarlo dos veces la enfermera, profundamente conmocionada, tomó la mano de la señora, ante la mirada fija de los consternados abuelitos, que respetuosamente rodeaban la cama de la enferma, con expectación y esperanza. -Madre, no sufras- Dijo la enfermera. -Aquí estoy, he venido a verte. Al sentir el calor de la mano y escuchar la nueva voz, sin poder distinguir ya los rostros, la abuelita sonrió. -¿Eres tú hija?- preguntó con voz quebrada. - Sí, soy yo. Vine porque me dijeron que estabas enferma. La abuelita trató de incorporarse para abrazar a la enfermera, pero sólo pudo levantar el antebrazo para acariciar la cabeza de la joven mujer que se inclinó para facilitar el acercamiento mientras la anciana decía: -Esto no es un sueño, ¿Verdad? ¿Eres tú? Dios me ha hecho el milagro-. Y rompió el llanto. -gracias a Dios que volviste. Sólo a ti te esperaba. He sufrido mucho. Qué bueno que has venido a ver a esta vieja. Yo ya no puedo más. Le enfermera se, olvidada de la falsedad de su papel y con lágrimas en los ojos, le contestó: -No te preocupes, te vas a poner a bien, ten fe en Dios. Él me ha mandado para que volvamos a estar juntas. Ya no te voy a dejar sola. -Hija, perdóname, perdóname por todo. -No madre, tú perdóname a mí por haberte dejado. Te prometo que ahora voy a estar contigo. Ya no te voy a dejar. La abuelita agonizante, con mucha dificultad y pausadamente dijo en medio de sollozos: -Te perdono hija, tú no has hecho nada malo. Doy gracias a Dios que me permite volver a verte. Mi amor por ti es como una velita que me mantiene viva. ¡Gracias Dios mío por el milagro!... Que Dios te bendiga hija mía. Y dicho esto, expiró. La enfermera irrumpió en llanto y profundamente emocionada abrazaba aquel cuerpo inerte. El DIF donó un ataúd y la presidenta municipal dispensó los gastos para que la señora fuera enterrada en el Panteón Municipal. Que descansen en paz. Eduardo Maximino Raymundo lópez

UN DIA ENTERO EN EL PARQUE

Con el fin de elaborar una crónica urbana pase el día en un parque de la comunidad, desde la mañana hasta las primeras horas de la noche con breves descansos me dispuse a observar a los ciudadanos pasar, sentarse, descansar, esforzarse o escapar en ese lugar. Las ocupaciones de estos individuos pueden notarse por su vestimenta, por el desgaste que ella porta. Pero no sólo eso, lo importante resulta encontrarse en su manera de mirar, sus expresiones, sus ojos y sus posturas que parecen petrificadas al andar. En todos ellos parece haber ocupaciones, obligaciones y deberes que cumplir. En muy pocos se observa la tranquilidad y la alegría total fluir. ¿Por cuánto más permanecerían así? Disponiéndome a comunicarme con ellos, decidí mirar al cielo y en cierta forma fingir sorpresa en la mirada. Curiosos muchos voltean, y maravillados con el espectáculo que el atardecer ofrece en el cielo la mayoría sonrió. Si bien algunos siguieron su andar, y otros estáticos se inclinaban al cielo; no había ninguno que no volteará al menos 3 veces hacia el firmamento. La vida transcurre sin nunca parar en cualquier lugar de la ciudad. En la mañana la mayoría despierta y se prepara para cumplir con las obligaciones del mundo social. Mientras nuestras manos ven pasar un infinito número de tareas algo sucede a nuestro alrededor. A la par de nuestra vida “laboral” el sol da paso a la luna y la noche devora la tarde. Los astros pasan a nuestro lado y ocupados continuamos preocupados. Es un cuento de nunca acabar, y en sus raíces quisiera pensar que nuestro único error es no poner atención. Esta vida cotidiana para algunos es una locura, el no ver a los lados embate a la inspiración. Por ello caemos en desesperación. Sumergidos en corrupción creemos estar. Dejando pasar sin cesar a esos detalles nos confinamos a una dualidad. La noche dará paso al día, la luna es un emisario del sol. Podríamos deducir en un momento, cualquiera que sea; que el rocío de la mañana nace de la luna y es en las luces artificiales de la ciudad en donde se esconde una romántica caminata. Cabrera Molina Alan Daniel

INSTANTES

El viernes 28 de abril de 2013 aproximadamente 14:00 hrs, salí del lugar donde me encontraba y camine por las calles de Oaxaca, observando las éstas llenas de personajes que deambulan al igual que yo. En cada esquina un limosnero, en cada banqueta chicles regados, callejones con músicos empíricos que el dolor y necesidad los hace visitar nuestra ciudad, niños triquis que cambian los juguetes por una caja de dulces, pueblos que se pierden, pueblos que se apagan. Mis pasos avanzan, me dirijo al mercado, a metros de distancia percibo el aroma de verduras, carnes asadas que ahúman mi apetito. Mezcla de personas con distintas procedencias, pero eso no importa todos buscan un fin. Acalorada y cansada sigo caminando, entro a un espacio alternativo de esos donde se reúne gente a platicar, pido una bebida y pongo música. Sutilmente se acerca hacia mí un caballero de cabello cano, y tomando asiento, se presenta conmigo como un humilde escritor. Lleno de pesares, tristezas y remordimientos que carcomen su alma, se desliga a platicar sus penas, empieza a narrar la historia de su desamor: “Me siento derrotado” dice, “debido a mi alcoholismo mi mujer me corrió”. Y continua diciendo “escribo entonces con tinta de sangre lo siguiente; mi gata es mi mejor amiga es lo único que tengo es mi compañía. Me voy de putas esta noche”… Y el hombre comienza a relatar un cuento acerca de su gata y él, hasta quedarse dormido en la mesa… Es así como concluye aquel día lleno de distintas emociones encontradas. Alba Valian Pérez

LOS NIÑOS DE LA CALLE

Todos los días al regresar a mi casa después de acudir a la universidad, es común ver en los principales cruceros viales de la ciudad, a niños y a mujeres que se acercan a los automovilistas, para ofrecer naranjas, manzanas, dulces, etcétera, a cambio de ganar unas monedas que puedan permitirles sobrevivir a diario. Esta situación me hace reflexionar en las carencias que existen en nuestras comunidades más pobres del estado, lo cual condiciona que familias completas, muchas veces sin un peso en el bolsillo tengan que salir de sus comunidades, con la esperanza de una mejor oportunidad de vida, que les permita al menos obtener que comer cada día. Los niños y mujeres que trabajan en estos cruces se encuentran expuestos a peligros, enfermedades y sobre todo al rechazo de las personas que ignoran su presencia o incluso se molestan al escucharlos ofrecer los productos que ellos venden. Sin darse cuenta que la culpa de esta pobreza no es exclusiva de ellos, sino es un problema que nuestras autoridades y de nosotros que como sociedad no hacemos nada para mejorar sus condiciones de vida, limitamos a tan sólo a ignorar su situación. Es triste ver que tienen que comer y dormir en la calle, así aprenden a vivir diariamente en este sitio como su único hogar. Niños que viven en la calle, tienen que vivir en condiciones muy precarias, por falta de alimentos, de vivienda, educación y salud que les permita tener una mejor condición de vida. Gerardo Vázquez Jiménez.

LOS JULIOS

Lo más común en las calles de Oaxaca son los camiones que están presentes en las avenidas y calles más importantes, algunos viejos, otros muy viejos, algunos que son casi latas de sardinas. Al abordar a alguno podemos ver toda clase de personas desde el conductor, que en ocasiones es muy amable y en otras tiene cara de rod wailer sin comer, aunque todos con una botella de Coca-Cola en la caja de las monedas, siguiendo con la señora del paraguas del primer asiento, los señores que se abrazan junto a la ventana los jóvenes riendo, -de alguna ocurrencia- al fondo del camión, pero lo que no puede faltar son los vendedores, aquellos que se suben, en ocasiones sin pedir más permiso que vocear la ruta del camión, con productos diversos desde aquel invidente que porta una pequeña caja de chicles, o el payaso, de ropas muy elaboradas, que vende chistes y espera como pago una sonrisa y una moneda. En las rutas de la ciudad de Oaxaca existen personajes muy curiosos que diariamente abordan los camiones para ganar algunas pocas monedas a cambio de un poco de entretenimiento, entre ellos algunos guitarristas, como el trinos, o quien no ha visto a Braulio, uno de los invidentes de la ruta del seguro social a la calle de crespo, que cuenta que en algún momento su vida tenia luz, la cual se disolvió en una estopa como la pintura de aceite. Imposible que alguien que sube a alguno de los camiones no se deleite en alguna ocasión con los “chilangos” que tocan rock urbano, o con aquellos que su agrupación no ha pegado y no queda otra que andar charoleando como el 4, que es dueño de un mariachi que no tiene violinistas. Generalmente les pide favor a algunos de otro mariachi, pero cuando no puede conseguir no le queda otra más que subirse a dar una vuelta y conseguir para la papa, o alguno que otro viejito que su trio no ha conseguido tocada en un buen rato. Don Julio, es también uno de aquellos músicos que generalmente no le va muy bien hasta que un día decidió colgarse de un camión para dar la vuelta y ganar algunas monedas, hace algún tiempo comenzó a llevar a su hijo, quien hoy ya trabaja en restaurantes, así como en la ruta llevando su guitarra y una larga lista de canciones a cualquier lugar que va. Este tipo de personas son el ejemplo claro que un poco de talento, muchas ganas y esfuerzo es suficiente para salir adelante. Saguilan Vásquez Alan Manuel

sábado, 27 de abril de 2013

NOCHES DE OAXACA

Es fin de semana, es sábado por la noche y sólo hay una cosa por hacer: salir al centro histórico de Oaxaca. Recorrer sus calles alumbradas tenuemente, con esa luz que hace resaltar los conjuntos arquitectónicos, legado de un pasado admirable. Este recorrido comienza desde el zócalo, el ambiente es cálido y se aprecia a la gente admirando la catedral comprando golosinas, niños jugando, jóvenes esperando por sus amigos, personas sentadas en las bancas conversando, gente disfrutando de comida y bebidas en los restaurantes aledaños. La gente no se deja de mover, viene y va. Ver el zócalo vacío no es muy común y menos un sábado por la noche. Caminando rumbo al andador turístico nos podremos encontrar rostros conocidos y también desconocidos. Ver a gente extranjera maravillarse por nuestra ciudad siempre me parecerá extraordinario. Caminar por el andador turístico es fascinante, nos encontramos de todo, desde edificios coloniales hasta los negocios más modernos. Nos movemos de prisa porque la gente comienza a ser más y más. Nuestro destino es llegar al atrio de la iglesia Sangre de Cristo, en donde nos reuniremos con algunos amigos y así proseguir con nuestro recorrido del centro histórico. La noche es larga, pero a su vez corta cuando se trata de pasar un tiempo agradable con amigos, ir caminado hasta entrar a uno que otro bar. Platicar de cualquier cosa mundana, reír a carcajadas. Abrirnos paso entre la gente. Sentarnos para descansar un rato y después seguir con nuestro trayecto que siempre tendrá un final inesperado, pero que deja muchas memorias que contar después. Tania Díaz Ramírez.

JUEVES POR LA TARDE

Un jueves después de clases me disponía a beber con unos amigos, pues el alcohol nos gusta mucho. Salimos de clases y nos encaminamos a nuestro bar favorito, en el camino platicábamos de muchas cosas y reíamos, estábamos ansiosos por compartir unos cuantos vasos con cerveza y buena conversación. Llegando al lugar, la dueña nos veía con una expresión de: “Ya llegaron mis clientes preferidos”. Pedimos lo de costumbre, nos trajeron nuestra tan anhelada botana junto con la cerveza, sirvieron, brindamos y tomamos. Pasaron algunas horas y los ánimos estaban muy prendidos, unos cantando, otros platicando cosas acerca de su vida, no faltó quien se empezara a ver ebrio. Después, algunos nos tomábamos fotos para las redes sociales, repitiendo la acción ya que muchos salían con los ojos cerrados y muy feos. Ya no teníamos dinero, pero en la mesa de atrás un tipo solitario nos veía de manera sospechosa, de repente el mesero llegó con una gran cerveza en las manos diciendo: “El joven de ahí se las manda”, no podíamos dar crédito a lo que nos había dicho, reímos y luego le hablamos al proveedor del alcohol. Platicamos con él, y de repente empezó a llorar, no sabíamos bien el porqué de sus lágrimas, tal vez estaba muy feliz por tomar con nosotros; o es que nadie lo quería, no lo sabíamos. Así que sólo le dijimos “Salud y sin llorar”. Nuestro nuevo y emotivo amigo en realidad era el portador de sangre, en lo que una amiga y yo fuimos a poner música, al voltear ya se estaba agarrando a golpes con un tipo de la mesa de enfrente. Al parecer el tipo nos había faltado al respeto y nosotras no nos percatamos de su insolencia, así que él quiso defender nuestro honor, “Porqué ante todo somos unas damas”, explicó. Posteriormente, algunos tratamos de separarlos, otros huyeron del bar, pero al final de todo, mis amigos y yo salimos bien librados de esa pelea sin cuartel. Nos reunimos en un parque a platicar del suceso reciente, reímos mucho y luego nos fuimos. Ahora ya no podemos regresar al bar por razones obvias, pero algún día lo haremos y aprendimos la lección; nunca hacer amigos nuevos en lugares de ese tipo, pues nunca se sabe que esperar de la gente. Yazareth Enid Martínez Carreño.

Zanda ga'ca nitiizi

La libertad es una condición abstracta que da vida y alma a las pasiones, es la esperanza del espíritu inherente al amor propio. Esta condición como producto de un deseo individual, construye en la humanidad anhelos de horizontes inexplorados “La libertad Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida” (Saavedra, 1978:76). Esta capacidad nace en la mente y edifica imágenes de nuestro ideal, para después con mucha valentía y decisión plasmarle en la realidad. Curioso es cómo se manifiesta, con qué causas lo hace y de qué manera la sociedad le percibe. En este lugar la libertad se diversifica y se manifiesta así: Se sufre por ella, pues en nosotros la ilusión por tenerla suele ser a veces muy difícil de arrebatar. El corazón la pide y la fuerza de un todo hace más que lo imposible para poseerla. Y si hay que pelear con las manos, el espíritu comprende, se esconde en lo obscuro y se hace a un lado. Ella es el motor de la valentía y del coraje que se requiere para dejar de pensar en el alrededor y vivir por uno mismo, para sí mismo. El arte es uno de los acontecimientos más hermosos de la condición humana. El arte es libertad y la creación misma nacida de la mano y el espíritu de la humanidad. Se actúa, baila, escribe, canta y recita con ella. Se decide o no vivir con libertad, para la libertad y de la libertad ya que en ninguno de estos casos el estado puro de ella cambia. ¡La libertad siempre será algo sublime! La libertad se siente desde lo alto de nuestro mundo, y eso es un hecho inexplicable. Se construye en la imaginación con rasgos característicos de esfuerzo y dolor. La libertad crea un nuevo universo y una identidad… BIBLIOGRAFIA Cervantes, Miguel (2008) Don Quijote de la Mancha. Bibliografía fundamental, Ed. Castalia, Clásicos Castellanos, 1979, Madrid, 1978. Viaani Coral Mendoza López

LA VIDA AL DIA

El ruido del tráfico en las calles de la ciudad de Oaxaca aminora, se escuchan algunas voces y las personas caminan más rápido para alcanzar el transporte público. Son aproximadamente las 9:45 p.m. Y el último camión que se dirige al fraccionamiento el Rosario está parado en la calle de J.P García esperando a las últimas personas para poder partir. El camión esta casi lleno y la Señora Eugenia de 49 años aborda el camión aproximadamente a las 10:12 p.m. Esta señora comienza sus días a las 5:00 a.m., prepara el desayuno a sus hijos y nietos, dice que la situación económica en su casa no es muy buena y por lo tanto tiene que salir a trabajar. Toma el autobús a las 9:30 a.m. para llegar al corazón de la ciudad de Oaxaca, su empleo consiste en ofrecer dulces en el zócalo de la ciudad, pero dice que a veces tiene que recorrer el centro histórico para poder vender uno que otro dulce. Los cigarros son su principal venta y si su día es bueno llega a vender 3 cajetillas completas, el negocio de los dulces no es muy bueno ya que casi nadie se acerca a comprar, sus mayores clientes son niños que caminan por el zócalo e insisten a su madre en que les compre un dulce. Las personas suelen ser groseras con la señora Eugenia por los precios a los que da sus dulces, a estado expuesta a los asaltos con armas blancas. “El empleo no es el mejor pero me sirve para vivir al día” nos comenta la señora Eugenia. Recuerda que las mejores ventas se llevaban a cabo en el estadio Benito Juárez en los conciertos, ya que solía juntar 400 o 500 pesos, pero su día consiste en ganar entre 100 y 150 pesos diarios los cuales se convierten en 80 o 90 pesos porque tiene que invertir nuevamente en productos. Los ciudadanos como ella salen todos los días al zócalo de la ciudad con la esperanza de llevar algo de dinero a sus hogares, pero las personas prefieren hacer sus compras en centros comerciales extranjeros que hacer sus compras con vendedores de su mismo estado, ellos viven al día y no tienen apoyo del estado. Dan al estado una imagen pintoresca y conocen la mayoría de ellos la verdadera situación económica, política y social por la que nuestro bello estado está pasando. Eduy Susana García Rodríguez

NIÑOS TRABAJANDO

Un día que iba en el camión de regreso a mi casa observé que un pequeño, como de unos doce años, estaba haciendo su tarea. Esto no tendría nada de extraordinario, ya que como sabemos, todos tenemos derecho a la educación. Lo extraño de esto es que éste niño estaba en una silla sentado con su libreta en mano, apoyado sobre sus piernas trabajando en un puesto de jugos. Me quede muy sorprendida, y hasta me detuve para ver qué tan concentrado la estaba haciendo. No sé si me dio tristeza o qué, pero analizando el hecho; me puse a pensar que tal vez él había tenido que tomar un papel de adulto que no le corresponde por su edad. Sin embargo trabaja y al mismo tiempo, sin que esto se convierta en un impedimento, realiza su tarea como cualquier niño que va a la primaria. Comencé a recordar cuando yo tenía su edad e iba al colegio, con mucha alegría me vinieron a la mente muchos momentos tan bellos y únicos en mi vida. Me dio mucho gusto tener a unos padres que me pudieron mandar a recibir enseñanzas; que me ayudarían a adquirir más y nuevos conocimientos. Con ello me doy cuenta, que muchos niños no corren la misma suerte. Ya que aunque el Estado está obligado a dar educación a todos los mexicanos, sólo son palabras o leyes que se las lleva el viento. Mientras que las personas que no puedan mandar a sus hijos a la escuela por factores económicos, seguirán conservando su misma vida o se sumergirá en peores condiciones. Esto claro, si no somos capaces de ayudarnos entre nosotros, cómo personas que quieren salir de la ignorancia. Guadalupe Monserrat Ballinas Zárate.

PANORAMA DE LA POBREZA EN OAXACA

Me encuentro sentada enfrente de la catedral de la ciudad de Oaxaca disfrutando de una deliciosa agua de limón. Observo el ir y venir de las personas, veo los autos que pasan por doquier a mi costado izquierdo. También puedo distinguir los gritos de los niños mientras sus mamás los corretean. Sin embargo, todos en su vida ordinaria caminan presurosamente, unos en pareja, otros con un grupo de amigos y algunos turistas toman fotos alrededor. Personas muy cercanas a mi hablan de sus relaciones personales, a mi otro costado un par de ancianos leen el periódico y comentan entre ellos. Es un dia caluroso y el transito se intensifica con la salida de los niños de sus respectivas escuelas. A cualquier hora del dia, sean las 6 de la mañana o las 9 de la noche este lugar esta infestado de personas, se puede percibir mucho movimiento desde cualquier ángulo. Sujeto mi mochila y decido caminar, paso por la calle y encuentro a personas en el suelo pidiendo dinero; niños, jóvenes y personas mayores, todos están en la misma situación. No hay distinción, se puede notar en sus rostros ese estigma que la sociedad ha marcado en ellos; la diferencia y la falta de apoyos u oportunidades en todos los aspectos. Me detengo a escuchar a una persona de la tercera edad que toca con su guitarra la canción de la “Llorona”, tiene ya varias horas de estar en esa posición y es notable su cansancio. Me acerco, deposito unas monedas en su bote y espero que termine de tocar. Guitarrista reproduciendo la canción “Llorona”. Son las 3.45 pm tras mi recorrido por el centro histórico, decido hacer una pausa y me encuentro con don “Julio”, un señor de avanzada edad que lleva años colocándose en el mismo sitio; ni aunque sea lunes hay tregua para faltar a su sitio de trabajo. No existen vacaciones ni descanso, es llanamente salir a buscar cada día la manera de poder sobrevivir. Le pregunte sobre su familia y me respondió que tiene hijos, pero al parecer ellos se han olvidado de su padre, pocas veces lo visitan; y algunos de ellos, ya ni siquiera lo recuerdan. Mitzi Castellanos

¿Y NUESTROS VALORES DONDE QUEDAN?

Eran las 2:30 de la tarde. Yo iba en el autobús con rumbo a mi casa, estaba sentado en la parte de en medio mirando por la ventana; delante de mi estaban sentadas dos señoras de avanzada edad. En eso se sube un chavo de aproximadamente 15 o 17 años todo mal vestido. Con su ropa desgarrada, todo mechudo, sin afeitarse; lo primero que hacen estas dos señoras es empezar a hablar sobre él, ellas dijeron: “A ver si no es que nos asalta este joven“. Yo supongo que dijeron eso por la facha que traía el chavo. Después una de las señoras empezó a decirle a la otra mujer que a lo mejor era un drogadicto, posteriormente de esas dos conclusiones dijeron que era un chavo que vivía en la calle; debido a que se veía flaco, sucio y según ellas decían que olía feo. Sinceramente no alcance a percibir ese tan “detestable” olor del cual hablaban las señoras. Tanto fue su incomodidad que decidieron bajarse del autobús. Yo considero que la actitud que tomaron las señoras era errónea. Ya que juzgan a una persona sin saber en que situación vive exactamente, por eso es que nosotros como antropólogos debemos liberarnos de esos prejuicios que lo único que hacen es que no avancemos y sigamos en esa necedad de no querer abrir los ojos. Más adelante, por la altura de Santa Rosa. El camión se empezó a llenar de manera en que ya no había ningún asiento vacío. Además iban 6 personas de pie. En la parada de la “Colonia del maestro” se subió una señora embarazada con sus dos hijas pequeñas y cargando un morral. El chalan en lugar de ayudar a subir a la señora se pasó a la parte de en medio para cobrarle el pasaje, y por si eso fuera poco ninguna persona quiso cederle el asiento a ella o a sus hijas. Porque según se hacían los dormidos o simplemente se hacían “como que la virgen les hablaba”. Con los valores que me inculcaron mis padres en casa decidí levantarme cediéndole mi lugar a ella, otro señor al ver que me paré decidió levantarse para darle el lugar a una de sus hijas. Lo que me cuestione es: ¿En donde han quedado esos valores en los cuales nuestros padres nos decían que si iba una mujer embarazada o simplemente fuese una mujer parada le cediéramos nuestro lugar y ser respetuosos con ellas? ¿Acaso será que los padres ya no inculcan este tipo de valores en casa? No lo se y espero que este no sea el caso de ustedes. De aquellos que se hacen los dormidos para no cederles el asiento a una mujer embarazada o juzgar a alguien simplemente por su apariencia física. Miguel Ángel Galván Benítez Licenciatura en antropología en el área de arqueología

SENSIBILIDAD HACIA LOS SERES INDEFENSOS

Miércoles 24 de abril del 2013 Parece que la insensibilidad de las personas está afectando cada vez más la vida de los animales, quienes son seres indefensos. El día 19 de abril del presente año. La señora Marta (Habitante del municipio de San Antonio de la Cal) reporto un caso triste e indignante. En una esquina perteneciente a la calle del arroyo, se encontró una bolsa negra con gatitos recién nacidos dentro de ella; la señora informo que ella caminaba de regreso a casa después de otro día de trabajo como enfermera en el IMSS. Cuando cerca de las 20:00 hrs cuando regresaba a su casa, se percató de un ruido que llamo su atención. Unos chillidos desesperados se escuchaban suavemente cerca de donde pasaba. Su nobleza hacia los animales le hizo indagar en el suceso. Al buscar la fuente de tales chillidos se sorprendió al encontrar una bolsa moviéndose con seis gatitos dentro de ella. De inmediato la señora Marta tomó a aquellos gatitos en sus brazos y los llevo a su casa, donde los alimentó y les brindó mucha atención. Al parecer los vecinos de esa calle no escucharon o no prestaron atención a tales sucesos. Además de que aseguran no saber quién pudo ser el responsable del acto. “Es increíble que haya gente tan insensible” argumentó. Los gatitos apenas cuentan con días de nacidos, los pequeños resistieron el hambre y el frio. Ahora se encuentran bajo los cuidados de una ciudadana que decidió ayudarlos, pronto estarán listos para ser puestos en adopción, esperando que las personas que decidan hacerse cargo de ellos, los esterilicen y les den una vida saludable y cariñosa. Es cierto que algunas personas no cuentan con los valores que les permitan cuidar y apreciar a cualquier ser vivo por más pequeño que sea. Esperemos que estos gatitos pronto encuentren un hogar. Selma Jazmín Vásquez Bracamontes

Sin embargo, sin ella no hay nada

“La mañana era calurosa y por ello se presentía ya una gran tormenta. Un día antes la tarde había pintado naranja, así como en todos los años”. El día martes 23 de abril se presentó una de las primeras grandes lluvias, anunciando así que la temporada se acercaba. El calor era atroz ya días atrás, sin embargo aquella tarde era aún más abrumador. Cerca de las 18:00 hrs en la ciudad de Oaxaca se desató una gran tormenta. Las personas apresuraban el paso y los comerciantes desprevenidos guardaban su mercancía a toda prisa, se escuchaban voces con toda clase de opiniones. La lluvia comenzó a ser cada vez más fuerte, y de igual manera el paso de las personas era más acelerado. Todos comenzaban a correr. El viento era muy fuerte y todos los lugares en donde se podrían haber salvaguardado de la lluvia estaban a reventar. Pasando las 21:00 hrs la tormenta empezó a disminuir y todos empezaron a notar los daños que dejó a su paso. Una mujer desaparecida, daños hacia algunos automóviles, inmuebles dañados, etcétera. Llamó mi atención ver todos los puestos ambulantes en el zócalo de la ciudad, los niños que venden dulces, los boleros, entre otros. Me pregunté ¿Cómo se ven afectados, si ellos no tienen un lugar donde vender? Pensé encontrar en la respuesta una crítica hacia el gobierno, hacia su mala infraestructura en las calles que no deja correr el agua, el escaso trabajo y la poca atención hacia ellos, entre muchas otras cosas. No obstante, al preguntar a un vendedor ambulante sobre cómo es que le afectaban las lluvias en su trabajo me encontré con esta respuesta – “Los años pasados las lluvias me han hecho correr de mi lugar de trabajo, he llegado la mayor parte del tiempo a mi casa hecho una sopa, he perdido una parte de mi venta y ciertamente me he enfermado; pero así como vivo de éste trabajo, aunque no me deje mucho más que para comer (sonrió), también vivo de ella. Nos da para comer todo el año.” – No encontré en su respuesta un argumento de queja hacia el mal funcionamiento del gobierno, así que agradecí y me fui. Si bien las temporadas de lluvias no deben ser vistas como un tormento, es importante no dejar que los muchos trabajadores; ambulantes o no, se vean afectados directamente en la forma de mantener a su familia. Las lluvias seguirán a lo largo de esta temporada, habrá grandes cosechas si es favorable, no habrá tanta escasez de agua. Además de todos los servicios que ella nos proporciona. Marisela de Jesús Zárate Ramírez

CAOS URBANO

La vida en las calles de Oaxaca Sofocante calor, tráfico incesante y gente aglutinada es todo lo que observas en una tarde común; en esta ciudad colonial que aspira a una modernidad urbana. Ya sea, porque a las 15:00 hrs la convención de la sociedad designa la hora de salida en las escuelas, el salir a comer de los trabajadores, el ajetreo de dicha hora pico se puede ver por doquier. El autobús se convierte en el motor de la esperanza de los jóvenes, al igual que para mí el instrumento para llegar a nuestro destino. Desde la ventana observo al automovilista, que lejos de estar en mayor comodidad deja ver en su rostro la fatiga y frustración, que ocasiona el tráfico por el proyecto del Distribuidor Vial de “Cinco Señores” con miras a nunca concluir. Convirtiéndose así en el verdugo de nuestro tiempo. Autos van y vienen a vuelta de rueda con el afán de salir de aquel horno, los pilotos generan maniobras para evitar más demora, pero lejos de ayudar crean más desorden, y los claxon no se dejan esperar. Así esos pocos metros se convierten en un concierto de música, entre las maquinas que escarban la tierra, los motores, toda la gente que corre para evitar los inmensos rayos del sol y algunos pasajeros que escuchan música mientras llega la hora de bajar del autobús. Karla Itandehui Aguilar Vazquez

CRONICA DE UNA CALENDA URBANA

En la calle había mucha gente. Sin importar que fuera jueves por la tarde y el calor fuera abrumador, la gente no dejaba la calle. Más de media hora estuvimos esperando en la esquina de Santo Domingo. La banda tocaba una canción tras otra, el comienzo no parecía visible. Se me antojó un cigarro, me lo compré. Seguimos esperando. Tuvimos que caminar a la plaza central frente a la iglesia, ahí nos dispersamos. Un cuetero lanzó los primeros proyectiles contra el cielo. La calenda comenzó a caminar, luego la banda de guerra, atrás el puñado de gente mezclado con la banda de viento. Nos juntamos de nuevo. Nos formamos casi al final. Dos cuadras fueron suficientes para que nos fastidiáramos. Doblamos en la calle Manuel Bravo. No agarramos ningún mezcal. Bajamos tres cuadras hacia el zócalo, entre Morelos y García Vigil nos encontramos de nuevo a la banda de guerra, había más gente en las esquinas. Cruzamos la calle imprudentemente para no entorpecer nuestro camino con la calenda una vez más. Dimos seis pasos apresurados, una bola de fuego cayó de los cielos desprendiendo chispas en nuestros rostros. Corrimos hacia la acera izquierda desconcertados. Miramos atrás, era el cuetero con un torito, blasfemamos en su contra. Seguimos caminando, no nos paraba la risa, en verdad nos vimos muy torpes. Llegamos al zócalo y pasamos sobre él indiscriminadamente. Nos separamos a nuestras casas. Así terminó el día. Fernando Javier Cruz Vicente

MUSICA Y RECUERDOS EN LOS CAMIONES

Oaxaca de Juárez, Jueves 25 de abril de 2013. Transcurrido el día siendo entre las 14 y 17 horas, se puede observar en las paradas de los camiones el transitar de la gente, los vehículos y los urbanos. Es la hora pico donde estudiantes, trabajadores, entre otros. Salen de trabajar y se dirigen a tomar su transporte. Mientras tanto “los vendedores ambulantes y cantantes de camiones” aprovechan el momento para subir, tocar sus instrumentos y a la vez deleitar agradando un poco la tarde. Después de una larga jornada de trabajo para los pasajeros, ellos esperan el momento, en el que los camiones transportan más gente y de esta manera poder tener un ingreso un poco mayor al del transcurso del día. Se puede observar que “los cantantes de camión” los encontramos de todas las edades, (algunos tienen alguna discapacidad) por lo regular todos llevan una guitarra en mano, unos mas cargan algún otro instrumento para que la canción suene diferente, pero hay personas quienes de alguna manera más “sofisticados” y transportan su guitarra, un micrófono y hasta una bocina, para tener un mejor arreglo y agradar al pasajero. Todos piden cooperación voluntaria al término de su presentación. Cabe mencionar que unos muestran cierta vocación por la música, pero uno que otro no tiene talento para hacerlo, aunque hay que valorar el esfuerzo y sobre todo que no tienen miedo a no recibir dinero a pesar de cantar y tocar. Los pasajeros muestran tener satisfacción por la música que nos presentan. En ocasiones, en una de tantas; nos traen recuerdos que nos acompañaron con alguna de ellas y no hacen ninguna objeción. Sin embargo hay unos más que se muestran apáticos ante este hecho por lo cual no dan ninguna gratificación por un rato de distracción. La música es agradable dependiendo del género que se presente, de quién y cómo cante. Cada quien es libre de tener una fuente de ingreso como mejor le guste, así es como transcurren los días en las paradas de los camiones. Todas las personas que se dedican a esto tienen una amistad con sus colegas, pues se puede observar en su trato entre ellos y los choferes de los camiones. Delia Rojas Granados.

EL TRANSPORTADOR DE SUEÑOS

Nicolás es un hombre de 42 años, callado y reservado; pero siempre dispuesto a una conversación. A bordo de su vehículo se siente satisfecho, pues sabe que su trabajo contribuye a darle movilidad al mundo. Él es uno de los tantos taxistas que recorren a diario desde el valle de Etla hasta la ciudad capital una rutina que parece casi automática. Despierta de madrugada para comenzar con su día laboral. Recoge la unidad 34 del sitio Etla A.C. en casa de su patrón e inmediatamente el reloj inicia la cuenta. Realiza 10 viajes en promedio (ida y vuelta) durante el transcurso del día, lo cual le deja una ganancia de 700 pesos que se convierten en 300 después de cubrir su cuota y pagar el combustible. Sentado en el asiento del copiloto lanzo preguntas a Nicolás en busca de historias mientras que, un mambo pegajoso que sale del estéreo enmarca la inesperada conversación. Él, reservado, me mira de soslayo mientras yo indago en su vida. Le pregunto que es lo mejor de su oficio mientras él acelera para tratar de ganarle a una luz roja que ya lo ha vencido. Frena en seco, después responde. “Me gusta ser el desconocido que lleva a todos a sus destinos. Algunos pasajeros van a encontrarse con seres queridos y a ser felices, otros a hacer males y causar rencor. Yo soy un mediador. Soy el que transporta a la gente y toda la historia que viene con ellas”. Luz verde, el vehículo avanza nuevamente. Aguardo un momento para formular otra pregunta, mientras tanto él acelera nuevamente, rebaza otros autos y frena. Un claxonazo intolerante rompe el silencio. Un transeúnte descuidado se ha atravesado en su camino. La mujer que venía dormida en el asiento trasero despierta espantada. Pasado el susto la conversación continúa. ¿Cuál es la peor parte de ser taxista? Bosteza y trata de hablar al mismo tiempo. No le entiendo. Le pido que vuelva a repetirlo, él asienta: “No me gusta que crean que somos unos mujeriegos, porque no todos somos así. Uno lleva a toda clase de gente y creen que por eso ya andamos de rabo verdes con cualquiera, pero es mentira. Tampoco disfruto trabajar para cubrir una cuota, me agradaría tener una unidad propia, trabajaría mejor si supiera que todo el dinero que obtenga es para mí”. Una segunda luz roja lo ha vencido. Observo un niño que hace malabares, Nicolás fija su mirada en él. Bosteza otra vez. Los autos comienzan a avanzar, el niño recoge las monedas que le han dado por su espectáculo mientras Nicolás le obsequia un claxonazo malhumorado, el segundo de la tarde. Pienso que estar tanto tiempo en un vehículo es frustrante, más aún cuando el calor se hace sofocante. Nicolás, al igual que muchos taxistas, se relaciona diariamente con decenas de personas, va y viene siempre con la mirada al frente. Pocas veces conversa con alguien, se refugia en la música que lleva, en las estaciones de radio, su vista se pierde en el retrovisor sin mirar nunca lo que en realidad viene detrás de él. Interminables filas de autos conforman su pan de cada día. Trabajando para un patrón que lo explota y en un espacio reducido rodeado de un ambiente intolerante, la actitud de Nicolás es comprensible. Aun así él muestra cierta amabilidad, te da las buenas tardes y te desea un buen día. Es un trasportador de vidas. El sonido retorna después de un largo silencio. Su intercomunicador produce un ruido casi indescifrable, la unidad 27 trata de comunicarse.  Aquí unidad 27 a 34. ¿Por dónde vienes?  Aquí unidad 34, estoy en El Zonal, ¿a qué altura estás tú?  En la Colonia del maestro.  En cinco minutos te doy alcance para conversar.  Correcto. El taxi siguió su rumbo hasta el valle de Etla, agradecí por la conversación al chofer y le indiqué en dónde bajaba. Pagué los once pesos del pasaje y les deseé buena tarde a todos. Nunca lo alcanzó. Daniel Osorio

TRANSPORTE NOCTURNO

A media función de cine me di cuenta que ya no tenía nada que hacer en ese lugar, y si lo tenía no me interesaba. Tome mi bolsa y me fui, algunos compañeros preguntaron a donde iba o si regresaría. Yo sólo les dije que volvería, creyendo realmente tener tiempo suficiente para regresar. Caminar dos cuadras sobre Murguía para llegar a Pino Suarez, doblar a la izquierda, una cuadra más y llegar a Mariano Abasolo. Tomar el primer camión a primera etapa, bajarme en la cancha de vóleibol, cruzar la calle, buscar las llaves, abrir la puerta y empacar lo necesario para el fin de semana. ¿Cuánto tiempo me podría llevar hacer eso? Descubrí que el suficiente para no encontrar transporte de regreso al centro. Eran las 8:17 pm en el momento que empecé a caminar sobre Murguía y las 9:24 pm cuando pretendí que pasara algún camión av. Juárez. No miento y pasaron cerca de 10 camiones y ninguno era el que necesitaba. Lo que me daba alivio, era una señora y su hijo esperando ese mismo camión; pero al poco tiempo se fue en un taxi dando por terminada mi tranquilidad. Ya que sin suficiente dinero yo no podía hacer lo mismo que ella. Tomé el siguiente camión que se dirigía hacia la central por todo periférico, así que me baje en el estadio Eduardo Vasconcelos, y camine apresuradamente hacia el Llano. Estando ahí con luces y aún muchas personas, la tranquilidad regreso. Llegue a la calle Hidalgo, tome la última camioneta con destino a Huajuapan, dormí la mayor parte de camino. Al bajarme del transporte ya me estaban esperando. Dulce Carolina Hernández Martínez.